La vuelta de Jolla al mundo del hardware ha encendido todas las alarmas entre quienes valoran la privacidad, el software libre y la soberanía tecnológica europea. Tras años centrada casi exclusivamente en licenciar su plataforma, la firma finlandesa regresa con un nuevo Jolla Phone que pretende ser algo más que otro smartphone del montón: un dispositivo que combina Linux, controles físicos de privacidad y una producción con fuerte simbolismo en Europa.
Lo interesante es que este proyecto no nace en un laboratorio aislado, sino de una comunidad muy activa de usuarios, desarrolladores y entusiastas de Linux que llevan años defendiendo alternativas a Android y iOS. El resultado es un teléfono que apuesta por un sistema operativo propio, Sailfish OS 5, con compatibilidad para apps Android, un interruptor físico de privacidad y una estrategia de preventa muy alineada con el modelo de las startups de hardware.
Jolla: el legado de Nokia, MeeGo y la apuesta por Sailfish OS
Detrás de este móvil está Jolla, una empresa finlandesa formada por exingenieros y antiguos empleados de Nokia que recogieron el testigo del sistema MeeGo cuando la histórica marca decidió abandonar aquella plataforma basada en Linux. De ese movimiento surgió Sailfish OS, un sistema operativo propio que mantiene el núcleo Linux y que se ha ido puliendo durante más de una década.
Tras lanzar su primer smartphone en 2013, la compañía dio un giro y se dedicó sobre todo a licenciar Sailfish OS a otros fabricantes y proyectos, colaborando con dispositivos como algunos modelos Xperia de Sony o con integraciones en marcas como OnePlus y Samsung. Durante años, el foco estuvo más en el software que en el hardware propio, hasta que en 2023 parte de la dirección tomó las riendas para impulsar una nueva etapa.
Ese relanzamiento se traduce ahora en un retorno decidido al mundo de los teléfonos, con un Jolla Phone que se presenta como la única opción europea con sistema operativo propio, independiente de iOS, Android y HarmonyOS. La idea no es solo competir en especificaciones, sino reivindicar que Europa puede seguir creando tecnología completa, desde el sistema a la experiencia de uso.
Un Linux “de verdad” en tu bolsillo: Sailfish OS 5
El corazón del dispositivo es Sailfish OS 5, un sistema que Jolla describe como un Linux auténtico, sin rastreo, sin analíticas ocultas y sin necesidad de cuenta de Google para funcionar, lo que refuerza su enfoque en la seguridad y privacidad. Esto encaja de lleno con el público al que se dirige: amantes de Linux, defensores del código abierto, desarrolladores y usuarios obsesionados con el control de sus datos.
Este sistema, a pesar de no ser tan conocido como Android o iOS, lleva muchos años cultivando una reputación de alternativa sin puertas traseras. Ha sobrevivido gracias a una comunidad fiel que lo ha mantenido vivo en el nicho de los entusiastas y que ahora ve en este nuevo Jolla Phone la oportunidad de salir de ese círculo reducido.
Uno de los puntos clave es que Sailfish OS 5 se ha diseñado con la premisa de que el teléfono no envía datos en segundo plano a grandes plataformas, ni incluye sistemas de telemetría encubiertos. La propia Jolla insiste en que el sistema no incorpora seguimiento de usuario, y promete al menos cinco años de actualizaciones, algo fundamental para quien prioriza seguridad a largo plazo.
Privacidad por diseño: más allá del marketing
Mientras los grandes ecosistemas móviles se financian en gran parte por la recolección y explotación de datos personales, la propuesta de Jolla va por el carril contrario. La empresa posiciona su sistema como una alternativa europea que cumple estándares de privacidad muy estrictos y evita depender de los servicios de Google para lo básico, además de ayudar a proteger tu privacidad móvil frente a amenazas reales.
La idea es ofrecer un móvil que no te obligue a ceder tus datos a cambio de usar funciones esenciales. No hay registro obligatorio en cuentas de grandes tecnológicas, ni sincronización encubierta; si quieres integrar servicios externos, lo haces bajo tus propias reglas. Para muchos usuarios, esto se siente como un soplo de aire fresco en un mercado saturado de ecosistemas cerrados.
Este enfoque conecta con un debate más amplio sobre soberanía digital y autonomía tecnológica en Europa. Directivos de la compañía, como el presidente del consejo de Jolla Group Oy, han llegado a defender explícitamente que el Jolla Phone responde a la necesidad de que el continente disponga de su propia infraestructura tecnológica y han invitado a otras firmas europeas a sumarse a la construcción de un nuevo sistema tecnológico propio.
Compatibilidad con Android gracias a AppSupport
Uno de los grandes problemas de todos los sistemas alternativos ha sido siempre el mismo: la falta de aplicaciones. Apostar por algo diferente a Android o iOS solía implicar renunciar a tu banco, a muchas apps de mensajería o a servicios que hoy se consideran imprescindibles en el día a día.
Jolla lleva tiempo atacando justo este punto con AppSupport, una capa de compatibilidad que permite ejecutar aplicaciones Android (APKs) dentro del entorno seguro de Sailfish OS. De este modo, el usuario puede seguir usando servicios habituales sin convertir el sistema en una copia de Android ni someterse a la lógica de Google Play.
La empresa insiste en que Sailfish OS 5 no depende de esas apps para las funciones básicas, pero brinda la opción de instalar aplicaciones Android cuando hace falta. Para tareas como la banca móvil, la mensajería popular o servicios imprescindibles, esto elimina una de las principales barreras a la adopción de un sistema alternativo.
En un guiño a otras propuestas como HarmonyOS de Huawei, muchos ven en Sailfish OS con AppSupport una especie de “HarmonyOS europeo”: un sistema independiente de Android, con reglas propias en materia de privacidad, pero capaz de ejecutar gran parte del ecosistema de aplicaciones que la gente ya utiliza.
El interruptor físico de privacidad: cómo funciona y qué implica
Si hay un elemento que hace que este teléfono llame poderosamente la atención es su interruptor de privacidad físico integrado en el chasis. No se trata de un simple atajo de software, sino de un control a nivel de hardware que permite desactivar componentes sensibles como el micrófono, las cámaras o ciertos sensores y conexiones.
El concepto es similar a lo que han intentado otros dispositivos centrados en privacidad, como algunos modelos muy nicho tipo Mudita, que incorporan interruptores reales para cortar el micro o la cámara. La diferencia es que Jolla quiere llevar esta filosofía a un smartphone que no sea solo para emergencias o uso hiperlimitado, sino un terminal utilizable a diario.
La comunidad más técnica se hace preguntas razonables sobre cómo se implementa realmente este tipo de mecanismo: qué partes quedan verdaderamente desconectadas, qué margen siguen teniendo los controladores y el firmware cerrado, o cómo se audita que el corte sea completo. En cualquier caso, el planteamiento de ofrecer un control físico y visible al usuario sobre estos elementos ya marca una diferencia clara con la mayoría de teléfonos convencionales.
En el caso concreto del Jolla Phone, el interruptor puede configurarse para desactivar directamente el micrófono, las cámaras, el Bluetooth u otros servicios con un solo gesto. Incluso se menciona la posibilidad de cortar la propia capa de compatibilidad de apps Android, para quienes quieran un modo especialmente “paranoico” en términos de privacidad.
Hardware y ficha técnica: un gama media-alta muy competente
A nivel de especificaciones, el Jolla Phone no pretende batir récords de potencia, pero sí ofrecer un hardware moderno y equilibrado que permita usarlo como móvil principal sin echar de menos demasiado a los fabricantes mainstream. Pese a ser un proyecto con producción limitada, los componentes están bien seleccionados.
En el interior encontramos un chip MediaTek con soporte 5G, muy probablemente de la familia Dimensity, aunque la firma aún no ha concretado el modelo exacto. Este procesador viene acompañado por 12 GB de memoria RAM y 256 GB de almacenamiento interno, una capacidad más que suficiente para la mayoría de usuarios avanzados.
El almacenamiento se puede ampliar mediante tarjetas microSD hasta unos 2 TB, algo cada vez menos habitual en los móviles actuales y muy valorado por quienes quieren controlar dónde guardan sus datos y no depender tanto de la nube. Además, el terminal admite dos tarjetas nanoSIM de forma simultánea, para gestionar líneas personales y profesionales o combinar una SIM física y otra más orientada a datos.
En pantalla, el Jolla Phone monta un panel AMOLED de 6,36 pulgadas con resolución Full HD+ y unos 390 píxeles por pulgada, protegido por cristal Gorilla Glass. La relación de aspecto es 20:9, y aunque no se han detallado cifras de tasa de refresco, la apuesta se centra en la nitidez y el contraste propios de esta tecnología de panel.
El diseño frontal recurre a un notch tipo ceja que recuerda mucho a los iPhone X y a generaciones posteriores de Apple, aunque el conjunto del teléfono también trae ecos de los antiguos Lumia, con líneas rectas y esquinas marcadas. Es una mezcla curiosa entre nostalgia y estética actual que le da bastante personalidad.
Cámaras y fotografía: sensor principal de 50 MP y gran angular
En el apartado fotográfico, el Jolla Phone incorpora un sensor principal de 50 megapíxeles, acompañado de un ultra gran angular de 13 megapíxeles. No estamos ante un dispositivo enfocado a pelear por el trono de la fotografía móvil, pero sí ante una configuración solvente para el día a día.
La cámara frontal es de tipo gran angular, pensada para selfies grupales o videollamadas en las que quieras encuadrar más escena, aunque por ahora la marca no ha detallado su resolución exacta. Es previsible que durante los próximos meses Jolla vaya afinando y comunicando mejor las capacidades fotográficas, sobre todo de cara a los envíos previstos para 2026.
Es importante entender que el énfasis del teléfono no está en filtros de moda o en saturar la cámara de funciones de IA, sino en mantener una experiencia fotográfica correcta y coherente con un dispositivo orientado a la privacidad y al control del usuario. No obstante, la base de hardware (50 MP + ultra gran angular) permite jugar con bastante flexibilidad en fotografía casual.
Batería reemplazable y diseño modular: derecho a reparar por bandera
Otro de los puntos donde este móvil se sale de la norma es la batería. El Jolla Phone integra un acumulador de 5.000-5.500 mAh, reemplazable por el usuario, una rareza en un mercado dominado por diseños unibody sellados que obligan a pasar por el servicio técnico para cualquier cambio.
La capacidad exacta que se menciona en distintas fuentes se mueve entre los 5.000 y los 5.500 mAh, pero en cualquier caso se trata de una cifra holgada que augura buena autonomía, sobre todo teniendo en cuenta que Sailfish OS suele ser menos tragón que muchas capas pesadas de Android.
La parte trasera del teléfono es intercambiable, con carcasas en Snow White, Kaamos Black y un naranja muy llamativo. Ese enfoque modular no llega al extremo de un Fairphone, pero sí permite jugar con el diseño y, sobre todo, facilita el cambio de cubierta en caso de desgaste o daño.
Esta combinación de batería extraíble y tapa posterior desmontable refuerza el discurso del derecho a reparar y la durabilidad. El usuario no está completamente atado al ciclo de renovación rápida que imponen otros fabricantes, y se abre la puerta a que la comunidad desarrolle accesorios y mods para el chasis.
Conectividad y extras: 5G, NFC, lector de huellas y más
En conectividad, el Jolla Phone llega bien equipado. Cuenta con 5G y 4G para llamadas y datos de alta calidad, además de WiFi 6 para conexiones rápidas en redes domésticas y de oficina. En el apartado inalámbrico también incluye Bluetooth 5.4 y NFC, este último fundamental para pagos móviles y otros usos como llaves digitales o proyectos DIY.
El lector de huellas se sitúa en el botón lateral de encendido, una posición que muchos usuarios consideran más cómoda que el sensor bajo pantalla. Además, el teléfono incluye un LED RGB de notificaciones, otro detalle práctico que muchos fabricantes han ido abandonando y que sigue siendo muy apreciado por quienes quieren saber de un vistazo si tienen algo pendiente.
Sumando todos estos elementos —5G, NFC, lector lateral, LED RGB, dual SIM— se obtiene un terminal que no renuncia a las comodidades modernas pese a su enfoque alternativo. No es un “móvil minimalista” pensado solo para desconectar, sino una herramienta completa para el día a día con un plus de control y privacidad.
Producción en Salo y mensaje de soberanía tecnológica europea
Más allá de los componentes, Jolla ha querido imprimir un fuerte componente simbólico al proceso de fabricación. El ensamblaje final del teléfono, la instalación de software y el control de calidad se realizan en Salo, Finlandia, la ciudad que vio a Nokia conquistar el mundo de la telefonía móvil hace un par de décadas.
Aunque la dependencia de piezas procedentes de Asia sigue siendo una realidad inevitable para prácticamente cualquier fabricante, este enfoque de manufactura local pretende enviar un mensaje claro de resiliencia y de control sobre la cadena de valor. No se trata de limitarse a reetiquetar hardware genérico, sino de implicarse en el diseño y la producción.
Para muchos defensores de la soberanía tecnológica, este tipo de proyectos son la prueba de que Europa puede volver a fabricar su propia tecnología bajo sus propias reglas, y no solo limitarse a regular lo que hacen las grandes Big Tech de fuera del continente. El Jolla Phone quiere ser estandarte de esa narrativa, aunque su escala sea todavía modesta.
Modelo de preventa, precios y mercados disponibles
El lanzamiento del Jolla Phone se está haciendo a través de una campaña de preventa muy transparente, con objetivos claros de unidades. La producción en serie solo se activaba si se alcanzaban al menos 2.000 reservas antes del 4 de enero, una cifra que se ha superado con creces.
Según los datos compartidos por la compañía y la comunidad, se han superado ya las 2.100-2.500 unidades reservadas, lo que ha permitido confirmar que el proyecto de hardware sigue adelante. Ante la buena acogida, Jolla abrió un segundo lote también limitado a otras 2.000 unidades, que se ha ido llenando rápidamente entre entusiastas de toda Europa.
Para reservar el dispositivo hay que realizar un pago de 99 euros como depósito, totalmente reembolsable. El precio final de venta se sitúa en torno a los 499-549 euros según la fuente, con Jolla hablando de un PVP previsto que se moverá entre los 599 y los 699 dólares cuando el terminal llegue al mercado de forma más amplia.
Los primeros envíos están previstos para la primera mitad de 2026, con un enfoque inicial en países de la Unión Europea, Reino Unido, Noruega y Suiza. Más adelante, la empresa no descarta expandirse a otros mercados si el interés internacional lo justifica.
Recepción de la comunidad y debate sobre la verdadera privacidad
Entre la comunidad de Sailfish OS y usuarios de Linux, la acogida del Jolla Phone ha sido especialmente entusiasta. Se destaca que es un teléfono “de la comunidad para la comunidad”, con un roadmap co-diseñado junto a los seguidores del proyecto: especificaciones, prioridades de desarrollo y hasta ciertos aspectos del diseño se han ido definiendo con sus aportaciones.
Este entusiasmo convive, eso sí, con debates técnicos muy vivos sobre los límites de la privacidad real en un smartphone. Algunos usuarios, por ejemplo, señalan que no basta con un interruptor físico para el micrófono y la cámara si el firmware, los drivers o partes cerradas del sistema siguen pudiendo comportarse como cajas negras difíciles de auditar.
Se suelen citar ejemplos como el Mudita 2, un teléfono minimalista con interruptores físicos “reales” para micro y cámara, que pese a su propuesta ha pasado bastante desapercibido fuera de círculos muy concretos. Estas discusiones ponen de relieve que, aunque Jolla va más lejos que la mayoría en transparencia, la batalla por la privacidad total en un dispositivo conectado es compleja y está llena de matices técnicos. También entran en juego controles más finos, como limitar qué fotos ve cada app, que forman parte del debate.
Lo positivo es que el proyecto ha generado un clima de debate sano, colaboración y entusiasmo entre usuarios, desarrolladores y curiosos. Muchos destacan lo estimulante que es ver tanta pasión por un tema tan técnico como la seguridad digital, y cómo iniciativas así sirven para elevar el nivel de exigencia a toda la industria.
El Jolla Phone se consolida como una de las propuestas más interesantes para quienes buscan un smartphone europeo, basado en Linux, con foco radical en la privacidad y una fuerte implicación comunitaria. No va a sustituir mañana a los gigantes del sector, pero demuestra que aún hay espacio para proyectos valientes que apuestan por hacer las cosas de otra manera, uniendo legado de Nokia, espíritu open source y una visión distinta de cómo deberían ser nuestros móviles. Comparte este artículo de seguridad para que más personas conozcan la noticia.
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