
Aunque en un inicio nos pareció alguien que puso en peligro a toda la humanidad, Beerus se ha convertido en uno de los personajes más queridos de Dragon Ball Super. Con su pereza y su gula, el Dios de la Destrucción se ganó el corazón de muchos, pero también el odio de otros tantos, incluida una pataleta por parte del mismísimo Zeno-sama.
Tal y como se cuenta en el manga de Dragon Ball Super, el resto de Dioses de la Destrucción de los 11 universos restantes estaban un tanto enfadados con Beerus, pero la gota que colmó el vaso ocurrió tras haber jugado al escondite con el Dios de Todo, en el que muchos se escondieron en diferentes partes del universo hasta ser encontrados. Sin embargo, Beerus pilló su sitio y, al estar tan cómodo allí, acabó tomándose una siestecita que duró 50 años.

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El juego tuvo que anularse y esto, como era de esperar, cabreó enormemente a Zeno-sama, que tuvo que ser calmado por el resto de Dioses de la Destrucción. A partir de ese día, le pusieron la cruz a Beerus, que, tras levantarse de la siesta, se encontró con todo lo que había formado sin saberlo.

Aun así, parece que este Dios tuvo suerte, no porque Zeno-sama le perdonara, sino porque le tocó vigilar un universo que acabó convirtiéndose en uno de los más poderosos gracias a la aparición de Goku y el resto de sus amigos, que se proclamaron campeones del universo tras la victoria de C-18 en el Torneo de Poder.
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La noticia Miles de años antes del Torneo de Poder de Dragon Ball hubo un gran juego del escondite entre universos. Fue una debacle fue publicada originalmente en Vida Extra por Iván González .
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