Noticia Tras 20 años jugando con la misma clase en World of Warcraft, he tomado la dura decisión de tomar caminos separados

Tras 20 años jugando con la misma clase en World of Warcraft, he tomado la dura decisión de tomar caminos separados



Tengo claro que si tuviera que nombrar el videojuego al que más horas le he dedicado en toda mi vida sería World of Warcraft. Mi andadura comenzó hace 20 años y desde entonces he estado viviendo tantas aventuras que me resulta imposible acordarme de todas ellas a lo largo de sus diferentes expansiones. Tampoco es que me haya pasado las últimas dos décadas jugando de forma ininterrumpida, pero sí que, en mayor o menor medida, he disfrutado de todas las expansiones que se han publicado.

A lo largo de este tiempo han ido cambiando los contenidos, los gráficos, los desafíos y otras tantas características que han provocado que el MMORPG se juegue muy diferente en comparación con sus inicios. A pesar de ello, alguien que me ha acompañado a cada paso en este épico viaje ha sido mi Pícaro. Un Huargen que anteriormente era un Elfo de la Noche y sufrió esta transformación de raza en cuanto Cataclysm salió a la venta hace 15 años.




Lo cierto es que mi decisión de jugar con el Pícaro fue un poco de rebote. En realidad, lo que más me apetecía era crearme un Tauren Guerrero, pero como mi hermano ya jugaba con esa clase y era de la Alianza, no tuve más remedio que ceder con tal de jugar juntos. No obstante, no me arrepiento en absoluto de esta decisión, porque me ha encantado completar cada misión, superar cada mazmorra y derrotar a cada jefe final con esta clase con la que tantos buenos momentos he vivido.

De hecho, de haberme decantado por la opción que deseaba originalmente, es muy probable que mi vida hubiera sido bastante diferente. De haber formado parte de la Horda no habría conocido a tantos buenos amigos con los que sigo manteniendo una amistad (y jugando) desde antes del lanzamiento de la primera expansión, entre ellos algunos que los considero como de mi familia. Son de esas decisiones que tomas en la vida que nunca te das cuenta de la relevancia que tienen hasta que ya han pasado unos años.

Sin embargo, la llegada de The War Within ha supuesto un antes y un después. Y es que, tras unas expansiones en las que simplemente me dediqué a afrontar todo lo relacionado con el contenido en solitario, quise meterme de lleno en las mazmorras de dificultad mítica, que es de los desafíos más extremos que existen actualmente. Estas requieren un gran manejo del personaje y un conocimiento pleno de las habilidades y patrones de los enemigos y jefes finales para no morir en el intento, dado que la única manera de triunfar es superándolas antes de que se agote el tiempo.


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Lo cierto es que no me fue mal con el Pícaro, llegando a hacer mazmorras de nivel 10, 11 y hasta 12, que ya te obligan a esforzarte al máximo, pero en ocasiones coincidí con otros Pícaros y notaba que hacían más daño que yo y a veces tuve que soportar comentarios malsonantes de otras personas extranjeras no conformes con mi rendimiento. Por desgracia, cualquiera que se haya adentrado en estas mazmorras habrá vivido esta situación alguna vez, dejando claro que ciertas personas no tienen reparos a la hora de faltar al respeto, pero la cuestión es que yo juego simplemente para divertirme. En el momento en el que eso ya no sucede, es que algo falla.

Así pues, decidí seguir dándole una oportunidad al Pícaro, pero ya no era lo mismo. Sentía que ya no conectaba con él de la misma forma en la recta final de la Temporada 1. En consecuencia, con el grupo de amigos con el que juego llegué a la conclusión de que quería probar algo diferente y de vez en cuando rotar con el Pícaro, así que poco a poco le fui dejando de lado mientras que le di prioridad a un Tauren Cazador durante la mayor parte de la Temporada 2. Con mi personaje de siempre seguí centrándome en la campaña y otros contenidos en solitario, pero en las míticas pasó a ser suplente. Y la verdad es que fue todo un acierto.


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Tras tantísimos años jugando casi exclusivamente con el mismo personaje, llega un momento en el que es necesario un cambio de aires con tal de no acabar quemadísimo con esa clase y con el juego en sí. Aun así, a una parte de mi le daba pena después de todo lo que he vivido con el Pícaro, por lo que me planteé tomármelo como un periodo de descanso y retomarlo con la llegada de la Temporada 3 que arrancó el mes pasado. Y así fue, en principio pensaba que volviera a ser mi personaje principal.

El problema es que ese descanso que nos dimos hizo demasiada mella. Los malos recuerdos vividos meses atrás volvieron a florecer y ya no me apetecía jugar con el Pícaro ni para hacer misiones, de ahí que me costó la vida completar la nueva campaña por falta de motivación. Como resultado, se ha quedado en el banquillo hasta que algún día Blizzard decida potenciar la rama de talentos que siempre ha sido mi preferida, la de Forajido, ya que lleva un buen tiempo dando una pena absoluta en comparación con las ramas de Asesinato y Sutileza.


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Debido al cambio, me tocaba decidir nuevamente qué clase jugar, así que esta vez no solo he optado por una distinta, como es un Pandaren Monje, sino que también he cambiado de rol y ahora soy el tanque del grupo. Al igual que en la temporada anterior, es algo que, tras un par de semanas jugando con este personaje, he sentido que era algo que necesitaba profundamente y ha supuesto como un soplo de aire fresco que me está permitiendo disfrutar de la experiencia de otra manera, y hasta más divertida. Sin duda, la responsabilidad de procurar que los enemigos no zurren a los compañeros y aguantar los golpes hace que se vuelva más entretenido.

Quién me iba a decir después de 20 años que iba a dejar de ser DPS para ser tanque o que mi Pícaro se iba a quedar relegado a un segundo plano. En cualquier caso, todo ello me ha dado una buena lección de que World of Warcraft dispone de una amplia variedad de clases. Y no pasa nada por jugar con otras o rotar hasta encontrar alguna que se adapte a tus gustos y preferencias. ¿Tal vez en Midnight recuperaré a mi Huargen? Quién sabe, pero no tiene pinta a no ser que Blizzard cumpla con mi petición. Mientras tanto, seguiremos tomando caminos separados.

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La noticia Tras 20 años jugando con la misma clase en World of Warcraft, he tomado la dura decisión de tomar caminos separados fue publicada originalmente en Vida Extra por Sergio Cejas (Beld) .

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